Hace unos días, los críticos de Le Monde daban sus listas de las mejores películas del año 2014. En ellas aparecen dos animes: Se levanta el viento, de Miyazaki, de la que ya tenía referencias, y El cuento de la princesa Kaguya, de Isao Takahata.
Takahata, fundador junto con Miyazaki de los Estudios Ghibli y director de La tumba de las luciérnagas (una de las obras maestras del anime), no presentaba nada como director desde el fracaso de Mis vecinos los Yamada (1999).
Basada en una leyenda japonesa (El cortador de bambú), El cuento de la princesa Kaguya posee una ilustración exquisita (guarda una evidente relación con la pintura tradicional japonesa: trazos discontinuos, fondos blancos que contrastan con los colores a acuarela, etc.), que la aleja de lo que se suele entender hoy como anime.
En fin, dos horas y cuarto de sensibilidad tanto en el contenido como en la forma.